Qué mantiene unida a la empresa moderna


El mundo empresarial está saturado de palabrería sobre cultura de la empresa, aunque por buenas razones. La cultura se ha convertido en un medio muy eficaz para mantener unida la empresa frente a la reciente oleada de presiones desintegradoras, tales como la descentralización y la reducción de plantillas. Pero ¿qué es la cultura? O quizá, lo que es más importante: ¿Existe una cultura apropiada para todas las empresas? Y si la respuesta es negativa, ¿cómo puede un directivo cambiar la cultura de su empresa?

Dando respuesta a estas preguntas, Rob Coffee y Gareth Jones inician su trabajo asegurando que cultura es comunidad. Y, además, afirman que, dado que las comunidades empresariales no son diferentes de las comunidades ajenas al mundo de los negocios —tales como las familias, las escuelas y universidades, los clubes y los pueblos— pueden y deben) ser analizadas a través de las mismas lentes que desde hace casi 150 años han iluminado el estudio de las organizaciones humanas.

Qué mantiene unida a la empresa moderna Dirigir personas en la empresa

Se trata de las lentes de la sociología que clasifican a la comunidad basándose en dos aspectos de las relaciones humeras: sociabilidad, una forma de evaluar el grado de amistad entre los miembros de una comunidad; y solidaridad, una forma de evaluar la capacidad de una comunidad para perseguir un objetivo compartido. Si representamos en un gráfico estas dos dimensiones una frente p otra, tendremos cuatro posibles tipos de comunidades empresariales: mercenaria, conectada, fragmentada y comunal. Según aseguran los autores: no hay una cultura que sea mejor que las otras. En realidad, cada cultura es apropiada para un determinado entorno empresarial. bicho con otras palabras: los directivos no deben preferir un tipo de cultura a otro. En vez de eso, deben saber cómo evaluar la cultura de su empresa, y decidir si es la apropiada para la situación competitiva a la que se enfrentan. Sólo entonces, podrá entrar a considerar las complicadas técnicas necesarias para transformarla.

El mundo empresarial. Está saturado de palabrería sobre cultura de la empresa, aunque por buenas razones. La cultura se ha convertido en un medio muy eficaz para mantener unida la empresa frente a la reciente oleada de presiones desintegradoras, tales como la descentralización, la eliminación de niveles directivos y la reducción de plantillas. Al mismo tiempo, los mecanismos tradicionales de integración, como los sistemas jerárquicos y de control, entre otros, están resultando caros e ineficaces.

En esa situación, la cultura es lo único que queda para impulsar la identidad de una empresa como organización. Sin cultura, una empresa carece de valores, de orientación, y de propósitos. ¿Eso importa? Para responder a esta pregunta basta con observar a una empresa con una cultura sólida, y compararla con otra sin cultura. Pero, ¿qué es la cultura empresarial? Y quizá lo más importante, ¿hay una cultura adecuada para todas las empresas? Y, si la respuesta es negativa —en lo que creemos firmemente—, ¿cómo puede un directivo cambiar la cultura de su empresa? Esas tres preguntas son el tema de este trabajo.

En una palabra, cultura es comunidad. Es el resultado de la forma en que las personas se relacionan unas con otras. Las comunidades existen en el trabajo, del mismo modo que existen fuera del ámbito de los negocios. Del mismo modo que las familias, los pueblos, las escuelas y los clubes, las empresas se basan en modelos de interacción social que las mantienen a través del tiempo o las destruyen. Se levantan sobre intereses compartidos y obligaciones mutuas, y prosperan con la colaboración y la amistad. Todas las comunidades tienen mucho en común; por eso creemos que una cultura empresarial se puede comprender mejor, si se analiza a través de las lentes que desde hace casi 150 años han iluminado el estudio de las organizaciones humanas.

Las lentes de la sociología clasifican a las comunidades según dos dimensiones distintas de las relaciones humanas: sociabilidad y solidaridad. En pocas palabras, la sociabilidad es la evaluación del grado de amistad sincera existente entre los miembros de la comunidad. La solidaridad es la evaluación de la capacidad de la comunidad para perseguir objetivos compartidos con rapidez y eficacia, independientemente de los lazos de tipo personal. A primera vista puede parecer que estas dos categorías no abarcan toda la serie de comportamientos humanos, pero han superado las pruebas más concienzudas, tanto teóricas como prácticas.

¿Qué tienen que ver la sociabilidad y la solidaridad con la cultura? La respuesta se obtiene cuando representamos gráficamente las dos dimensiones una frente a otra. El resultado son cuatro tipos de comunidades: conectada, mercenaria, fragmentada y comunal. (Ver la matriz «Dos dimensiones, cuatro culturas»). Ninguna de esas culturas es «la mejor». De hecho, cada una es la apropiada para un determinado entorno empresarial. En otras palabras: el directivo no debe protestar y preferir un determinado tipo de cultura a otro. En vez de eso, debe saber cómo evaluar la cultura de su empresa y comprobar si es la adecuada para su situación competitiva. Sólo entonces, puede considerar las complicadas técnicas a aplicar para transformarla.

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Categoría: Dirigir personas en la empresa.





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