Las reservas de China
Estos déficits gemelos se financiaron también con la compra de divisas por parte de otros países, especialmente China, quien representaba en 2007 un 44,3% del déficit total en el comercio de EEUU con todo el mundo.
En los primeros años de esta década China empezó a registrar grandes superávit comerciales y también comenzó a atraer un flujo considerable de capital extranjero. Si China hubiese tenido un tipo de cambio flotante, esto habría provocado una revalorización de su moneda que, a su vez, habría ralentizado el crecimiento de las exportaciones chinas.
Sin embargo, al mantener el valor del yuan más o menos fijo con respecto al dólar, el banco central chino tuvo que empezar a comprar dólares a medida que éstos llegaban fruto del alto volumen de exportaciones. Con el paso de los años el déficit comercial de EE.UU. con China siguió creciendo, al igual que lo hizo la reserva de activos extranjeros de la República Popular China.
Esta situación sólo tiene una salida, y es la libre fluctuación del yuan, ya que si la China empezase a vender dólares, éste se devaluaría drásticamente, pero con él también lo harían los activos de China.
Siguiendo con la evolución de la economía en la primera década del siglo XXI, hay que decir que el elevado crecimiento impulsado por la política económica expansionista, provocó obviamente tensiones inflacionistas, y por tanto, el señor Greenspan y su sucesor en el cargo, Ben Bernake, decidieron subir drásticamente los tipos de interés. Esta subida de tipos llegó en un momento en el que el sector inmobiliario estaba en su plenitud, con la mayoría de las familias hipotecadas. Así empezaron a aparecer los primeros casos de morosidad, y cuando éstos fueron incrementando, las entidades financieras que habían prestado dinero a las familias empezaron a sufrir problemas de liquidez.
En el verano de 2007, se desató la crisis de las hipotecas «subprime», y con ello se acabó con el lustro de mayor crecimiento mundial en tres décadas, en el cual como ya se ha comentado anteriormente, el aporte de los países emergentes fue más importante que nunca, pero también el desenfreno de las políticas económicas en los países avanzados.
Sin embargo, no hay que olvidar que los primeros destinatarios de las políticas económicas de los gobiernos son las empresas, ya que en el fondo son las que hacen funcionar la economía de un país. De este modo, ante los incentivos fiscales y monetarios que se estaban dando durante estos últimos años, las empresas no hicieron más que seguir la lógica e invirtieron la liquidez que la buena marcha de la economía les proporcionaba. El problema fue que estas inversiones estaban financiadas por unas entidades financieras que no pedían muchas garantías a la hora de entregar en préstamo el dinero, hasta que se encontraron con que la morosidad iba subiendo y subiendo.
Estos niveles de morosidad hicieron que algunas entidades financieras fueran incapaces de devolver sus préstamos con otras entidades, y fue el gobierno estadounidense en primera instancia quien, con ayudas multimillonarias, salvó a estas entidades. Sin embargo, en septiembre de 2008, una de las mayores entidades financieras del mundo, Lehman Brothers, se declaró en quiebra y, esta vez, el Estado no acudió en su ayuda. Esta quiebra desencadenó el pánico en las bolsas y otras entidades financieras, así como otras empresas y particulares perdieron millones de dólares en sus inversiones. Fue el comienzo de una crisis anunciada meses antes por todos los indicadores e instituciones, que tuvieron que actualizar sus previsiones de crecimiento ante la virulencia de la recesión.
Los ciudadanos de a pie también tuvieron su parte de culpa en esta crisis, ya que durante este último ciclo de expansión se dedicaron a consumir e invertir, sin tener en cuenta que el dinero que se presta, tarde o temprano se tiene que devolver. Así, muchas familias hipotecaron sus viviendas, hasta que se llegó a un punto en el cual actualmente la mayoría de las familias están técnicamente en bancarrota, ya que el valor de sus deudas es más elevado que el valor de sus activos, debido a la baja de los precios de los inmuebles.
En los dos gráficos anteriores se puede observar evolución de los precios inmobiliarios y los niveles demorosidad. Este efecto dominó empezó con la subida drástica de los tipos de interés, que provocó niveles de morosidad elevados, con la consecuente falta de liquidez y caída de las ventas y precios inmobiliarios.
Con esto he querido resumir brevemente las causas y consecuencias de la situación actual, que seguímente quedará para el estudio en los MBA duante muchos años.
Califica este Artículo
Categoría: Macroeconomía en la Empresa.
Deja una respuesta