Evite siquiera la apariencia de vacilación
Una de las acusaciones personales más graves es que se diga que la opinión de un empleado depende en todo momento simplemente de quién haya sido la última persona con la que ha hablado. Absténgase de expresar una opinión o de promover una tarea hasta que tenga una oportunidad razonable para obtener y estudiar los datos.
A partir de ahí, llévelo a buen término si es posible, salvo que haya nuevos datos que hagan absurdo persistir. Obviamente, deben evitarse la obstinación y el dogmatismo extremos, pero recuerde que las decisiones revocadas pueden volverse contra usted.
Cualidades como el autocontrol, la capacidad de motivación o la empatía con los empleados, hacen que el grupo trabaje más y mejor. El jefe es el principal responsable de que exista un buen ambiente de trabajo, y este buen ambiente es a su vez fundamental para que ese trabajo sea más eficaz.
Tener autoridad no significa ser autoritario. Tener autoridad implica que gracias a nuestro saber hacer conseguimos estar en una posición en la que nuestros subordinados aceptan y acatan nuestras decisiones, mientras que las posiciones autoritarias implican una incapacidad para conseguir que nuestras decisiones sean aceptadas y la consecuente necesidad de tener que imponerlas.
La prepotencia suele ser uno de los defectos más extendidos en muchos jefes. Cuando el cargo se «sube a la cabeza», es muy difícil que se produzca la empatía suficiente con el grupo para que se pueda trabajar en equipo en condiciones óptimas y cuando los empleados están a disgusto, el trabajo a la larga siempre se resiente. Un jefe debe saber que muchas de las personas que tiene a su cargo son más inteligentes que él o están mejor preparadas en ciertos aspectos, por lo que la soberbia y la prepotencia solo harán que quede en evidencia y sea considerado un mal jefe.
Califica este Artículo
Categoría: Las Leyes no Escritas del Management.
Deja una respuesta